A lo largo de las memorias de Ezequiel nos adentramos en La Curva del Silencio, un pueblo lleno de vida, color, folclor y tradición, acordonado por la premonición del horror; un pueblo avasallado por la violencia y por el olvido; un pueblo en donde los victimarios también son víctimas del mismo sistema cruel que emana de las élites del territorio latinoamericano.
La caída de las águilas es un viaje por la reflexión y por el duelo cuando se es parte de una guerra en la que el pueblo pone los muertos y se unta las manos con la sangre de sus hermanos para enriquecer al terrateniente y esas fuerzas oscuras que tienen como única prioridad sus propios intereses.
Se trata de una adaptación de la novela El increíble Mago de Oz, de L. Frank Baum. La historia se inicia en el año 2030 con Dorothy, una joven gamer que descarga el videojuego Mago de Oz. Su meta es ganar para salvar a su comunidad de la sequía, una aventura fantástica basada en íconos de la cultura pop. Junto con su amigo Totó encuentra seres maravillosos en los diversos niveles que debe superar. Así, se adentra en un mundo digital en el que la música y los aliados que se encuentra en el camino la ayudarán a regresar a casa.
La trascendencia del viaje de Dorothy, y su vigencia en nuestra época, nos ha inspirado a hablar a través de esta fábula. Por ello la hemos adaptado al contexto actual, en que vivimos rodeados de inteligencia artificial, progreso tecnológico y redes sociales.
La cautiva del dragón es un cuento escénico en dos actos y cuatro cuadros basado en la leyenda de san Jorge, adaptado por Ernesto Aronna Solano para marionetas.
En un reino muy lejano habitaba un temible Rey Dragón de lengua escarlata, colmillos de acero y uñas de plata. Arrasaba las ciudades con su cola y derretía la nieve de las montañas con las lenguas de fuego que exhalaba. Para poner fin a la catástrofe que dejaba, el Dragón le pidió al Sultán del reino que le entregara a su hija, la Princesa Zulima. El Sultán, apoyado por su fiel consejero de China, Chan Chin Chong, no aceptó. Sintiéndose culpable por la destrucción, la Princesa decidió escapar del castillo. Cuando lo consiguió, se dirigió al bosque encantado, donde fue recibida por una súbdita del Dragón, la bruja Escalduja, quien, haciendo un largo recorrido en su escoba mágica, la condujo a la cueva del Dragón. Al ver a Zulima, el Rey Dragón quedó maravillado ante su portentosa belleza. Sintiéndose incapaz de tocarla, el Dragón decidió que ella solo le haría compañía y le cantaría en sus noches de insomnio. Pasado un tiempo, Zulima logró enterarse de que con una espada mágica de gran poder era posible derrotar a la fiera. El dueño de esa espada era el Príncipe Omar, que vivía a cien leguas de aquel bosque. Con su propia sangre, y valiéndose de una pluma de lechuza, Zulima le escribió una carta a su padre, el Sultán, contándole este secreto. Una paloma mensajera se encargó de llevar la carta. Enterado, el Sultán y su fiel concejero mandaron llamar al príncipe. Obedeciendo las instrucciones del Sultán, el Príncipe salió en compañía de Chan Chin Chong a enfrentar al Rey Dragón. Después de superar múltiples obstáculos, el Príncipe llegó a la cueva del Dragón. Tras una sangrienta lucha, Omar logró vencer al Dragón y liberar a la Princesa Zulima.
Como homenaje a nuestra ciudad capital y a la sabiduría de nuestros mayores, el Círculo Colombiano de Artistas ha montado una deliciosa y aguda comedia que nos transporta a la Bogotá de principios del siglo xx, donde el amor, las buenas costumbres y la severidad familiar tejían los códigos de una sociedad conservadora y profundamente contradictoria.
Esta es una pieza clásica del reconocido escritor Álvaro Salom Becerra. Cargada de humor negro, ironía fina y una crítica social sutil que nos invita a revivir —y a cuestionar— las tradiciones de una época en la que el matriarcado se camuflaba tras una aparente sumisión, esta comedia nos transporta a un tiempo en que las novias eran “muy decentes”, los pretendientes entraban a casa bajo estricta vigilancia, y el temido “pecado” era el centro de todas las tensiones familiares.
A través de escenas cargadas de gracia, nostalgia y ternura, el espectador se sumergirá en un mundo de patios con olor a eucalipto, vestidos de encaje, serenatas y miradas furtivas, en el que cada detalle ha sido cuidadosamente ambientado para evocar los sentidos y la memoria.